Para la mayoría de las personas, dibujar y pintar son juegos de niños. Juegos que se practican más o menos hasta la mitad de la escuela primaria, o poco más, y después se abandonan. Para algunos, en cambio, significan una vocación, que muchas veces se despierta también en la infancia. Es un misterio la naturaleza de esta vocación y de las vocaciones en general, pero es algo que se convierte en una realidad interior tan decisiva, tan imperiosa, que demanda luego la necesidad de proyectarla en el mundo de un modo determinante, más allá de cualquier circunstancia.
Esta vocación es la causa y el origen de mi travesía en el arte. Una travesía que me trae, décadas después, a presentar esta exposición retrospectiva en la Fundación Magma, a cuyos integrantes agradezco la invitación y los esfuerzos que han realizado para concretar este proyecto. Y todo esto sucede en Concordia, la ciudad que me vio crecer y donde encontré a mis primeros maestros. Entre todos ellos, guardo especial gratitud a Chela Migoni, quien dedicó su vida a desarrollar institucionalmente el arte y fundó escuelas que aún siguen vigentes. Tuve la suerte de ser su alumno durante muchos años y recibir de ella el estímulo, los conocimientos y una profunda visión del arte universal, que me servirían luego para andar por mi propio camino.
La muestra que presento comprende 45 años de trabajo continuo. He incluido un primer paisaje del año 1979, que pinté con 17 años y que nunca fue expuesto públicamente. Me pareció una buena forma de marcar un punto de partida y hacer visible a aquel muchacho que fui, lleno de ilusiones y de fuerza expresiva. Le sigue una selección muy ajustada de unos cinco o seis cuadros por cada década transcurrida hasta el presente, 2024. He querido mostrar la mayor parte de los estilos y temáticas por las que he transitado, cuidando una secuencia cronológica y estética para ofrecer así una lectura de conjunto lo más armónica posible.
Seleccionando los cuadros que conservo, he podido tener una visión panorámica de mi obra. Si bien es complejo ser un buen crítico de lo que se hace, puedo ver que me he movido dentro de dos polos opuestos que podría definir, metafóricamente, como la prosa y la poesía del arte. De la tensión entre ambos han ido surgiendo los cientos de dibujos y pinturas que he realizado, apoyándome a veces en un extremo o en el otro, pero buscando siempre el justo medio, la armonía de los contrastes, los sutiles matices del color, la belleza de la forma.
Afín a lo que se podría considerar el espíritu clásico, me ha motivado más seguir mis instintos e intuiciones que plegarme a las tendencias de moda, a los mandatos de lo que se llama falazmente “arte contemporáneo”, o del arte oficial que siempre procura imponerse. Asumir esta libertad creativa me ha alejado de ciertos reconocimientos académicos, pero he tenido en compensación, a lo largo de los años, la satisfacción de ver mi obra viviendo en los hogares o formando parte de colecciones de diversos países y culturas.
Esta primera exposición retrospectiva significa, pues, muchas cosas. Pero es sobre todo un apretado resumen de lo hecho y un paso a todo lo que vendrá y que espero realizar a modo de testimonio y legado de mi paso por este mundo.
Guillermo Bekes
Pasados algunos días desde que terminara la exposición retrospectiva "Travesía" en la Fundación Magma, en Concordia (Argentina), siento la necesidad de hacer un breve balance del resultado artístico y de lo que ha significado para el desarrollo futuro de mi trabajo.
Si bien la idea de realizar una retrospectiva tan amplia representó el desafío logístico de trasladar y reunir cuadros localizados en Argentina y España, tuve la recompensa de un público inteligente, sensible y muy numeroso, que no sólo dio el marco para una inauguración concurrida y animada, sino que acudió luego de forma constante a lo largo de todo el mes que duró la exposición, agotando los más de 500 catálogos que se imprimieron especialmente para la ocasión.
A estas visitas se sumaron los alumnos de muchos colegios y los asistentes a las dos charlas que di a sala llena, demostrando todo esto una generosa respuesta a esta selección de mi obra, realizada a lo largo de 45 años.
De regreso ahora a la intimidad de mi taller madrileño, llega el recuerdo de los gratos momentos compartidos con los integrantes de Magma y los amigos de toda la vida, que aunaron esfuerzos y dedicación, junto con la Secretaría de Cultura y empresas privadas de Concordia, para hacer realidad esta exposición con una convocatoria tan completa.
Solo me queda agradecer y atesorar para siempre tan buenas sensaciones y vivencias que le dan un sentido profundo a toda una vida dedicada al arte de la pintura y me motivan a seguir recorriendo con renovado entusiasmo esta preciosa travesía.
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